El pasado martes 19 de septiembre fue la primera vez que los millennials sintieron la fuerza de un sismo que devastó a algunas colonias de la Ciudad de México y de otros estados del país.
Ante la emergencia que atravesaba la capital mexicana, se organizaron sin conocerse el uno al otro, con un solo objetivo: salvar vidas; y es así como hasta ahora se mantienen a pie de lucha para continuar las labores en las zonas afectadas.
Hoy, son ellos la gran parte del voluntariado que se vuelcan a los centros de acopio para llevar la ayuda a quién lo necesite: afectados, Ejército, Marina, policías, bomberos y cuerpos de rescate nacionales y extranjeros, que no cesan ni un minuto las labores de rescate.
Paola Jiménez es una de las miles de jóvenes universitarias que se integró al grupo de voluntarios de la Ciudad de Mexico, luego de ver cómo el sismo había dejado destrozos en la capital.
«Me incorporé al ver la necesidad de las personas, la tragedia que estamos viviendo; creo que somos muchos los que estamos bien y está en mis manos poder ayudar», dijo mientras preparaba los víveres para distribuirlos en la delegación Benito Juárez.
Relata que el sismo pasado fue algo muy alarmente «porque yo no había vivido una situación caótica de esta magnitud, a veces nos tomamos a juego los simulacros, a veces no nos solidarizamos, no se nos habalanda el corazón y esta vez yo vi tanto pánico, así como mucha solidaridad de los jóvenes», apuntó.
Paola está dispuesta a seguir apoyando en todas estas tareas de auxilio a la población afectada, porque dice que la tragedia no ha pasado y se requiere de más apoyo de los jóvenes.
Confío en que México se irá recuperando poco a poco «pero con la fuerza de los jóvenes será más rápido; tenemos pila y mucha iniciativa», dijo la joven quien pese al sueño sigue apoyando en la distribución de víveres en la delegación Cuauhtémoc.
Y es que desde el primer momento, cuando vieron caer los edificios y el sufrimiento de las personas, los jóvenes dejaron el miedo atrás y de inmediato se unieron a las tareas para remover escombros e intentar sacar con vida a las personas que estaban atrapadas.
Cuando llegaron los cuerpos de rescate, el Ejército Mexicano, Marina y Policia Federal, por seguridad los jóvenes fueron retirados del área, sin embargo, continuaron apoyando a retirar el escombro para facilitar las tareas.
A partir de ese momento se unieron más jóvenes; algunos que estaban trabajando cuando ocurrió el sismo y otros que sólo transitaban por algunas de las calles de las colonias Del Valle, Condesa, Roma, Linda Vista, entre otras, donde los edificios colapsaron.
La fuerza de los millennials se hizo presente de inmediato; organizaron grupos para colectar víveres y medicamentos, que tanto los recatistas como los afectados necesitaban en ese momento.
Estudiantes de ingeniería y medicina de diversas escuelas se unieron para apoyar en las labores; unos se quedaron en la Ciudad de México y otros se trasladaron a los estados de Morelos, Puebla y Estado de México, donde también se vive la desgracia.
El terremoto de 1985 no lo vivieron los jóvenes que hoy tienen menos de 32 años, no tenían experiencia para actuar ante una emergencia de esta magnitud; sin embargo, la solidaridad fue más grande y hoy unen fuerzas para levantar a México.
El Economista