Brigadistas y familiares de desaparecidos en la Unidad Habitacional Tlalpan criticaron que las autoridades policiacas y de tránsito no cortaran el tráfico pesado que entorpecía las labores de búsqueda de posibles supervivientes.
-¡Paren el tráfico! ¡Hay gente con vida!
La mujer corre con ambos brazos extendidos en forma de cruz y sortea a los agentes de policía y de tránsito para ponerse en mitad de la carretera.
Contexto
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-¡Por favor, apaguen los motores! ¡Hay gente con vida! –vuelve a gritar desesperada estirando aún más los brazos, como si ella sola quisiera contener el mar de coches que avanza por los cuatro carriles de la calzada de Tlalpan.
Junto a ella, otro grupo de 10 voluntarios invade también la carretera con enormes pancartas que rezan ‘alto total’.
Ante la ‘invasión’ espontánea de la calzada, los policías se miran sorprendidos, pero nadie interviene.
En cuestión de segundos, los camiones, taxis, coches, micros, y motos de todo tipo, obedecen a la mujer y apagan los motores. El silencio es absoluto, casi sepulcral. Tan solo se escucha a la mujer que, coche por coche, trata de explicar entre lágrimas que a tan solo unos metros de allí, en lo que un día fue la unidad habitacional Tlalpan, un grupo de topos necesitan “silencio absoluto” porque detectaron señales sonoras de vida entre los escombros.
Durante algo más de un minuto, brigadistas y vecinos de la zona permanecen con los puños en alto; la célebre señal que los topos utilizan para pedir que nadie haga ruido. Así, hasta que el sonido agudo de un silbato rompe el silencio y los policías retoman el control pidiendo a los carros que reanuden la marcha.
-¡Ustedes tienen que ayudarnos! –le grita la mujer a uno de los agentes de la policía capitalina-. Hay gente allí adentro que aún está viva y tenemos que encontrarlos, ¿no lo entienden?
El policía escucha en silencio el reclamo de la mujer y la observa visiblemente emocionado.
-Créame que a mí también me indigna que no corten el tráfico, me parece una pendejada –confiesa con voz queda el agente-. Pero son órdenes de arriba… y nosotros somos simples peones. No podemos hacer nada.
“El ruido interrumpe el trabajo de los topos y se pierde un tiempo vital”
Desde la mañana del viernes 22 de septiembre, las escenas de tensión con autoridades que custodian las zonas damnificadas por el sismo fueron una constante.
En la Unidad Habitacional Tlalpan, donde hasta la tarde de ayer los topos buscaban con vida a al menos dos personas entre los escombros, brigadistas, bomberos, así como los familiares de personas atrapadas, reclamaron constantemente a la policía capitalina que no cerrara el tramo de la calzada de Tlalpan que pasa a unos metros del edificio colapsado.
Óscar Oliva, coordinador de los topos de Cancún, explica que cuando se introducen entre los recovecos de las ruinas del edificio portan unos micrófonos “súper sensibles” a cualquier sonido. Por lo que es de vital importancia que el tráfico que fluye a tan solo unos metros se detenga por completo, también para “para evitar cualquier tipo de vibración” en la infraestructura colapsada.
El problema, critica Raymundo Rodríguez, del cuerpo de Bomberos de Guanajuato, es que la policía capitalina y de tránsito no escucha sus llamados, y la marabunta de carros de todo tipo no deja de transitar.
“Un rescate es una operación de búsqueda contra el reloj. Y cuando el ruido interrumpe el trabajo de los topos, se pierde un tiempo muy importante para encontrar personas con vida”, explica el bombero.
“Claro que el ruido de los camiones, de las ambulancias, y de todos los coches transitando entorpece la búsqueda”, subraya Roberto, otro elemento de los topos. “Pero son las autoridades las que deberían facilitar que el tráfico no circulara por aquí. O que al menos, que no lo haga cuando se pide silencio absoluto”.
“Si detienen el tráfico para que pase el presidente, ¿por qué no lo paran para buscar vidas?”
Saúl Hinojosa aún tiene a un hermano debajo del amasijo de hierros de la Unidad Tlalpan. Su familiar, explica con un hilo de voz, se encontraba haciendo reparaciones en un tinaco de agua del inmueble, cuando el devastador sismo de 7.2 lo tomó por sorpresa.
A pesar de que ya pasaron cinco días desde el colapso del edificio, Saúl asegura que la escena de hace unas horas, en la que los brigadistas comenzaron a aplaudir tras detectar signos de vida, le ha dado fuerzas renovadas. Aunque maldice cada vez que los topos piden silencio y las ambulancias pasan a toda velocidad por la carretera con la sirena lanzando estridencias.
“El problema es que ya el gobierno no quiere detener el tránsito. No quieren más afectaciones a la vialidad. Pero si detienen el tráfico para que pase el presidente, u otro político, ¿por qué no lo paran para buscar vidas humanas? –pregunta Saúl, que niega con la cabeza para murmurar que “no es justo”.
“Lo que pedimos es que dejen trabajar a los topos hasta que recuperemos todos los cuerpos. Porque yo tengo a mi hermano ahí adentro –señala las ruinas del edificio-, y sé que él va a salir de ahí con vida”.
Rigoberto Félix tiene un cuñado que también entró a hacer trabajos de albañilería a la unidad Tlalpan y no pudo salir a tiempo para resguardarse del sismo. Y como Saúl y otros familiares de desaparecidos, Rigoberto está indignado con las autoridades policiacas y del gobierno capitalino.
“Lo que nos dicen es que las autoridades ya no quieren que se hagan cortes al tráfico para no afectar a otras personas. ¿Y los familiares qué podemos hacer? –se pregunta con el ceño fruncido-. Tal vez podríamos organizarnos para hacer fuerza e impedir el paso del tráfico. Pero con este dolor que tenemos, ya no tenemos fuerza para hacer nada”.
Animal Político cuestionó a diferentes mandos policiacos y de Protección Civil acerca de por qué no se desvía el tráfico en la zona impactada por el sismo. A lo que respondieron que era una decisión tomada por “el mando único” que coordina los trabajos.
Critican que autoridades utilizaron maquinaria pesada muy pronto
Por otra parte, en la calle Chimalpopoca de la colonia Obreroa, un grupo de voluntarios seguía en la zona sobre las 22 horas de ayer golpeando con mazos sobre el piso y removiendo rocas, con la expectativa de que aún pudiera haber gente con vida donde cayó una fábrica a causa del sismo.
Esto aunque las autoridades ya descartaron la posibilidad de que hubiera sobrevivientes, explicó en el lugar un elemento de la Marina, detallando que incluso rescatistas españoles y perros entrenados revisaron en horas previas el lugar, y confirmaron el hecho.
Algunos de los voluntarios explicaron que seguían en el lugar, porque creían que podía haber gente con vida en un sótano, y querían confirmarlo.
Para ello, incluso les pidieron a las autoridades que no intervinieran, y las dejaran trabajar. Y eso ocurrió así. Los militares y policías de la Ciudad de México solo los observaban, a la distancia.
Una “arquitecta independiente” guiaba las labores, según dijeron varios de los voluntarios.
En el lugar, un joven que trabajó en la fábrica hace años dijo que no recordaba que hubiera un sótano.
Al lugar donde estaba la fábrica llegaron dos jóvenes y colocaron una manta con la leyenda: “Vivas o muertas nuestro cuerpo no es desecho”.
Una de ellas criticó la velocidad con la que las autoridades utilizaron maquinaria pesada y removieron lo que quedó de la fábrica, y habló de que en lugar presuntamente había trabajadoras centroamericanas y asiáticas, con condiciones laborales irregulares.
Otra discusión con militares en la Álvaro Obregón
Grupos de rescatistas y elementos del Ejército Mexicano protagonizaron otra discusión la tarde de ayer viernes en el área de labores de rescate de la calle Álvaro Obregón, 286, en la colonia Roma, donde el día 19 pasado un edificio de oficinas de seis pisos colapsó dejando atrapados en su interior a parte de su personal.
El desacuerdo ocurrió cerca de las 14:30 horas cuando un grupo de rescatistas organizaba un relevo en el área de acceso principal sobre la calle de Álvaro Obregón, a unos 150 metros del edificio.
Elementos del Ejército Mexicano intentaron prohibir la entrada del grupo de sustitución de rescatistas con el argumento que la presencia de más personas podría afectar las labores de rescate.
La discusión fue notada por familiares de las víctimas que han estado de forma permanente en la zona desde que el inmueble se derrumbó y que exigieron a los elementos de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) que permitieran el acceso de los relevos.
Después de unos 20 minutos, el Ejército Mexicano cedió y permitió el relevo luego de registrar los nombres de los voluntarios que están organizando el acceso de personas, herramientas, víveres, material médico, especialistas en salud, entre otros elementos que están requiriéndose para el trabajo de búsqueda y rescate que continuará en forma indefinida.
Mientras la discusión ocurría, voluntarios bajaban estructuras de metal para apuntalar las áreas en las que se trabaja en el rescate que permitirán brindar más seguridad a los rescatistas y al reducir las posibilidades de un nuevo derrumbe entre los escombros que ponga en mayor riesgo la vida de quienes ahí siguen atrapados.
Animal Político