EL PAIS.
Netflix se despide de uno de los grandes éxitos del año: la primera temporada de la serie sobre la vida del cantante. Así ha sido el último capítulo y el culebrón que ha mantenido en vilo a México cada domingo
ELENA REINA
Hacía demasiados años que Luis Miguel no estaba tan presente en la vida mexicana como en estos últimos cuatro meses. La serie sobre la vida del cantante ha sobrevivido a domingos de debates electorales en prime time, unas elecciones presidenciales y hasta un Mundial. Ha marcado los temas de conversación de cualquier sobremesa y ha conseguido que en las discotecas pinchen, después de un tema de Daddy Yankee, su himno: Culpable o no, una balada de 1988. Este domingo se ha terminado la primera temporada de la serie y con ella se escapa —de momento— uno de los culebrones que ha mantenido en vilo a México y parte de Iberoamérica cada domingo.
—¿Dónde está mi mamá?
—Se fue, Mickey. Se fue…
Así como Luis Rey se ha convertido en El villano de México, Marcela Basteri (su madre) y su desaparición han sido desde el pasado 22 de abril el dolor de cabeza de millones de espectadores. El artista había prometido contar «la única verdad» sobre su vida privada y puede que no hubiera un episodio más siniestro que la explicación de por qué su madre lo abandonó y cuál fue su destino. Los capítulos pasaban y la paciencia del público se iba agotando. Hasta ahora.
En 1986 Marcela viaja a la casa que tenía el matrimonio en Madrid para ver a su hijo. Luis Rey le había prometido que se encontraría con él después de meses sin verse. Pero lo que su marido quería realmente era solo una cosa: una firma para conseguir un contrato millonario con una discográfica. Luis Miguel no está ahí y pronto se da cuenta de que su expareja, un manipulador, machista y violento, le había vuelto a mentir. Rey cierra la puerta con llave. Marcela no volvió a salir de ahí.
En este capítulo 13, Luis Miguel, contra todo pronóstico, viaja a un hospital de Madrid para ver a su padre en 1992. Y el último episodio se une así con el primero: se está muriendo. Mencionan que la enfermedad que consume a Luis Rey «tiene mala fama», es probable que fuera sida. Y su hijo abandona la gira más importante de su carrera, cruza el Atlántico, y se aferra a la cama de hospital no por el amor a su padre, no porque le haya perdonado: sabe que él es el único que conoce la verdad sobre lo que le sucedió a su madre. Esta escena es la más impactante de toda la serie.
—¿Por qué me niegas algo que yo sé que tú sabes?, ¿sabes el daño que me hace esto a mí?
Le suplica destrozado Luis Miguel a su padre. Luis Rey está a pocos minutos de morirse. El personaje más odiado, pero también el más respetado por una interpretación única del actor español Óscar Jaenada, se despide en este episodio y con él se esfuma también uno de los pilares de la serie. Un papel que había conseguido seducir a los espectadores hasta tal punto de que en cada rincón de México imitaran su acento gaditano y su «coño, Mickey». Con los pómulos afilados por la extrema delgadez, ojeras malva y voz de ultratumba se dirige por última vez a su hijo. Cualquier espectador cree haber llegado al momento culmen, al segundo exacto donde quería que le llevara la serie 12 capítulos atrás. Rey se quita la mascarilla de oxígeno y le responde, por fin.
—Tú ya sabes dónde está.
Muere. Luis Rey se ha muerto. Al capítulo le quedan cinco minutos y todavía no se sabe nada de la madre de Luis Miguel. Su hijo escupe lo que opinan en ese momento muchos espectadores: «¡Hijo de puta!».
Hugo López, su máganer y hombre más cercano al cantante, intenta calmarlo. Saca de su maletín una carpeta y, de repente, ese gesto levanta la trama que parecía haberse hecho añicos un minuto antes: «Pensé que te lo diría tu padre». Es un informe del Mossad, la agencia de investigación israelí que habían contratado para la búsqueda.
—Encontraron a tu madre.
Luis Miguel, interpretado por Diego Boneta, llora incrédulo. Nunca abren la carpeta. No desvelan si está viva o muerta, si se volverán a ver. Tendrán que emitir una segunda temporada —Netflix no lo ha confirmado— para desvelar de una vez el misterio ante una parte del público que se ha sentido decepcionada por este final. Y la banda sonora del episodio los acompaña: No me puedes dejar así.
De la pantalla a los escenarios
La ficción ha llegado a su fin este domingo. Pero mientras Luis Miguel: la serie conseguía todo; el cantante real estaba cosechando también los mayores beneficios de taquilla que había tenido en los últimos años, con una gira por México, España y Estados Unidos. Un trampolín perfecto, han llegado a comentar muchos críticos, para un artista en la cuerda floja —demandas millonarias, años sin sacar un solo éxito, cancelaciones de conciertos—.
Incluso las nuevas generaciones, alérgicas a los boleros, se acercan ahora a él como el Elvis latino al que todavía pueden ver sobre un escenario. Habrá que esperar a que se diluya el furor de la serie para comprobar si el artista es capaz de no volver a defraudar a un público entregado como en su mejor época.
ISSABELA CAMIL Y MICHELLE SALAS
El episodio final de esta primera temporada también toca dos puntos importantes en la vida del cantante. Uno es su reconciliación con quien fuera su primera pareja estable —después de una relación adolescente con la fotógrafa Mariana Yazbek—, Issabela Camil. Y otro, la hija que tuvo cuando era muy joven con la modelo Stephanie Salas, Michelle Sallas, que ahora tiene 28 años.
La serie, producida y supervisada por el cantante, muestra en una escena del final cómo Luis Miguel le pide a Camil matrimonio. No se lo dice tal cual, pero le da a entender que quisiera que formaran una familia. Ella decide pensárselo. Acaba de conocer la noticia de que tiene una hija secreta y él está a punto de enterrar a su padre.
Aunque la serie muestra que Luis Miguel reconoce a Michelle como su hija en 1992, cuando ella apenas tenía dos años, siempre lo negó públicamente hasta que cumplió la mayoría de edad, en 2008.