“Hemos decidido que las primeras dosis en llegar serán para las y los trabajadores del sector salud y los grupos vulnerables”, estableció este martes el secretario de Salud, Jorge Alcocer.
Durante la firma del convenio que garantizará a México la obtención de más de 100 millones de dosis contra el COVID-19, las autoridades sanitarias explicaron que aunque habrá recomendaciones de un panel de salud internacional para definir a la población que recibirá las primeras dosis en el primer trimestre de 2020.
Quiénes deben recibir la vacuna
Desde que el coronavirus SARS-CoV-2 apareció en la ciudad china de Wuhan a fin de 2019, y la humanidad se enteró que había un nuevo virus muy contagioso y potencialmente mortal principalmente para adultos mayores y personas con enfermedades de base, una carrera científica se desató por tener un tratamiento efectivo y también una vacuna que prevenga la enfermedad que genera: COVID-19.
Son aproximadamente 160 proyectos los que trabajan en el desarrollo de una vacuna, con el fin de llevar una al mercado en un tiempo récord.
Pero una vez que se obtenga una vacuna segura, que proteja del virus y no tenga efectos secundarios adversos, la gran pregunta es cómo se va a distribuir para 7,500 millones de personas en todo el mundo y quiénes serán los primeros en recibirla. Para llegar a esa respuesta existen varios criterios que los expertos epidemiólogos a nivel mundial consideran.
En el caso de México, la autoridades sanitarias explicaron en la segunda semana de agosto que primero se definirá un esquema de vacunación y posteriormente, la prioridad el personal de salud, posteriormente los adultos mayores y las personas con enfermedades crónicas. Para el resto de la población se definirá de acuerdo con el tipo de protección brindará la vacuna.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) indicó a finales de julio que los primeros cientos de millones de dosis de vacunas contra el COVID-19 podrían estar disponibles hacia finales de año para ser aplicados a las personas más vulnerables.
La agencia de la ONU indicó que se está trabajando en esa perspectiva, con miras a lograr 2,000 millones de dosis para el fin de 2021, pues se está dando una carrera contrarreloj de firmas farmacéuticas para encontrar la vacuna.
“Estamos trabajando con la perspectiva de que tendremos un par de cientos de millones de dosis para fin de año, si somos muy optimistas”, dijo la jefe científica de la OMS, Soumya Swaminathan. “Esperamos que para fines de 2021 tendremos 2,000 millones de dosis de una a tres vacunas efectivas para distribuir en el mundo”, afirmó, aunque subrayó que es una probabilidad, pues hasta ahora no hay ninguna vacuna probada.
Una decena de vacunas diferentes están ya en diversas etapas de pruebas, en Gran Bretaña, China, Estados Unidos y otros países.
Varios países ricos han pedido ya millones de dosis de esas vacunas experimentales. Gran Bretaña y Estados Unidos, por ejemplo, han invertido en una vacuna desarrollada por la Universidad de Oxford y producida por AstraZeneca.
Varios grupos, como la alianza de vacunas GAVI, están trabajando también para comprar dosis para países pobres y AstraZeneca ha acordado licenciar su vacuna al Instituto Serum, de India, para la producción de 1,000 millones de dosis. La distribución dependerá de cada país. La semana pasada, funcionarios estadounidenses dijeron que estaban desarrollando un sistema escalonado para ello. Ese sistema muy probablemente daría prioridad a los grupos de mayor riesgo de complicaciones derivadas de COVID-19 y a los trabajadores esenciales.
La Organización Mundial de Salud está creando directrices para la distribución ética de vacunas contra el COVID-19. Según Swaminathan, la experta de la OMS, la prioridad serán los que están en primera línea de riesgo, como médicos y policías, así como los más vulnerables a la enfermedad, que son ancianos y diabéticos, a lo que se añade las personas expuestas en zonas de alta transmisión como barrios marginales. “Hay que comenzar con los más vulnerables y luego vacunar de manera progresiva a más gente”, dijo.
Fases de desarrollo de una vacuna
Las vacunas en desarrollo dependen del despliegue de piezas del material genético del coronavirus, por lo que nuestras células pueden producir temporalmente las proteínas del coronavirus necesarias para estimular nuestro sistema inmunológico. (Esto es lo que son las vacunas y cómo funcionan).
Los jefes de la industria farmacéutica expresaron que creen en la posibilidad de una vacuna antes de 2021, pero subrayaron que el desafío es enorme, pues el mundo requeriría dos dosis de vacuna por persona, o sea 15.000 millones de vacunas, según los cálculos.
Rafael Vilasanjuan, miembro del consejo de dirección de Gavi (la alianza global para la vacunación), explicó que, por ahora, la capacidad de producción mundial es de 2.000 millones de dosis por año, mientras que la población mundial llega a 7500 millones de personas en “igualdad de riesgo”. En el mejor de los casos, “podremos tener 250 millones de dosis de vacunas por mes si se aumenta la fabricación”, añadió el experto.
Según sus cálculos, una vez que se disponga de vacuna, cada país recibirá el 20% de dosis correspondiente a su población, si se ciñe a la iniciativa internacional Covax facility (sistema Covax), que busca facilitar el acceso mundial a las dosis, antes del mes de agosto. El país tiene que pagar por adelantado ese 20% y así promueve la producción en función de sus recursos y se asegura su cantidad de dosis. El objetivo principal: que sea lo más equitativo posible.
Por lo general, puede llevar de 10 a 15 años llevar una vacuna al mercado. La más rápida, la vacuna contra las paperas, requirió 4 años en la década de 1960. Las vacunas pasan por un proceso de ensayo clínico de varias etapas, que comienza con la fase 1 en donde se busca verificar su seguridad y si desencadenan una respuesta inmune en un pequeño grupo de humanos sanos.
La segunda fase amplía el grupo de pruebas para incluir grupos de personas que pueden tener la enfermedad o tienen más probabilidades de contraerla, para medir la efectividad de la vacuna.
La tercera fase amplía el grupo hasta miles para garantizar que la vacuna sea segura y efectiva entre una gama más amplia de personas, dado que la respuesta inmune puede variar según la edad, el origen étnico o las condiciones de salud subyacentes. Luego, las agencias reguladoras de cada país realizan los análisis pertinentes para su aprobación final, lo que puede ser un proceso largo en sí mismo, si es que no se participa directamente de un ensayo clínico previamente.
Incluso después de que se aprueba una vacuna, se enfrentan obstáculos potenciales en lo que respecta a la fabricación y distribución: desde aumentar la producción para satisfacer las demandas hasta decidir qué poblaciones deben obtenerla primero y a qué costo.
Fuente: Infobae