El presidente del Partido Popular, Pablo Casado, ha utilizado este martes el ataque en una comisaría de Cornellà (Barcelona) para reivindicar que quien quiera migrar a España no puede tener una actividad o credo que vaya “contra otras personas” o contra su seguridad. El líder del PP, de visita a sus colegas de partido en Melilla, se ha referido a España como un “país plural y abierto”, pero ha advertido de que quien venga tiene que tener “una escala de valores y respeto a los derechos humanos y a la legislación”.
Casado ha dedicado parte de su intervención ante la junta directiva regional del PP de Melilla al yihadismo y ha pedido, sobre todo a Cataluña, “responsabilidad” para prevenir la radicalización. “España, que es un país de paz, no admite que haya centros donde se pueden radicalizar a personas que luego puedan cometer hechos como lo que sucedió en Cornellà”, ha afirmado. Casado ha reivindicado la aplicación del plan nacional contra la radicalización violenta que aprobó el Gobierno del PP. “Ese plan decía que una religión nunca puede ser usada para actuar contra otra persona”.
El líder del PP se ha referido a Abdelouahad Taib, el hombre que atacó con un cuchillo a una mossa d’esquadra y que acabó abatido en una comisaría de Cornellà como “un supuesto terrorista con motivaciones yihadistas”. Los investigadores, sin embargo, no han hallado aún ninguna referencia que vincule a Taib con la yihad y dan prioridad a la tesis de que se sentía avergonzado por ser homosexual.
Casado también ha hecho pública la carta que ha enviado al ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, en la que demanda que se convoque el pacto antiyihadista para “informar a los ciudadanos de la amenaza actual”.
Aprovechando su visita a Melilla, que sufre especialmente la presión migratoria, el dirigente popular ha vuelto a criticar las políticas del Gobierno de Pedro Sánchez en la materia y ha defendido la cooperación en los países de origen, así como la “seguridad sin complejos” de las fronteras. “España siempre ha sido un referente de inmigración. Lo hemos sido en los años noventa acogiendo y abrazando a cinco millones de nuevos españoles, sobre todo latinoamericanos, que tuvieron una integración perfecta”, ha mantenido Casado. “No hay ningún problema de xenofobia ni de radicalismo ni de racismo. Es querer que estas personas tengan un futuro mejor en sus países y que cuando vengan a territorio español lo hagan en igualdad de derechos y obligaciones, no con una barra libre de papeles para todos que es un efecto llamada innegable y que al final acaba siendo contraproducente”.
Fuente: El PAIS