Es espectacular el Europeo que se cierra de Berlín por los jóvenes valientes, emoción pura, que enfervorizan al Estadio Olímpico y su historia. Está Jakob Ingebrgitsen, 17 años, talento imberbe, espíritu vikingo enfrasacado en un cuerpo de niño, que logra, como nunca nadie antes, dos oros en 1.500 y 5.000 metros. Más allá, en el pasillo de pértiga, despega y vuela por encima de 6.05m Armand Duplantis, 18 años, músculos sin definir, campeón desde la cuna. Y también corre veloz, con zancada pequeñita pero frecuente, imparable, Dina Asher-Smith, 22 años, la reina de la velocidad.
Los jóvenes espectaculares crecen sin fin sobre el tartán azul del Olympiastadion, todo su talento se desata en un campeonato en el que España compite impulsada por la ilusión de la nueva generación, gana medallas, 10, aunque los atletas del boom, ambiciosos y guerreros, caminan por el laberinto de la zona mixta felices pero amargos, como Ramón Cid, el director técnico de la Federación, que ve los números, el medallero, y sonríe; y se lamenta también por esos centímetros y décimas que separan a Hortelano, Husillos o Torrijos, el último en competir, de subir al podio.
Cid, con las luces del estadio empezando a apagarse, confiesa sincero que en el ecuador del campeonato no veía claro que los objetivos proyectados fuesen a cumplirse. “La experiencia me dice que hay unos días terroríficos en los que te preguntas ‘para qué habré venido, qué ha pasado aquí’, y de repente siempre aparece un día enorme, un día en el que empiezan a salir los resultados”. Y ese empujón, después del chocolate de Bruno Hortelano en 200m, Óscar Husillos, vacío, sin fuerzas en la final de 400m, y la eliminación de Saúl Ordóñez en semis de 800m, tres de las grandes bazas del atletismo español, lo da por enésima vez la marcha, con dos oros —Álvaro Martín y María Pérez— y una plata —Diego García Carrera— en 20 kilómetros.
Fuente: EL ESPAÑOL