Durante el año 2020, la COVID-19 nos colocó frente a una situación sin precedentes, que nos mostró nuevamente las inmensas desigualdades que impactan de manera diferenciada a los sectores de la población. Las mujeres, las adolescentes y niñas, además de enfrentar el impacto de la COVID-19 viven condiciones de desigualdad estructural, formas de discriminación y violencias por razón de edad y género, agravándose por condiciones de pertenencia a grupos étnicos y marginación económica.
¿Cómo contribuir a transformar esta realidad inequitativa e injusta? En el GESMujer, como parte del movimiento feminista, reconocemos que prevenir, atender y sancionar la violencia hacia las mujeres y las niñas es una prioridad y más aún en tiempos de la COVID-19, pues se agravó la violencia doméstica debido a que se combinaron factores como un entorno social de incertidumbre, una mayor presencia, en cuanto a tiempo y espacio compartido de los varones en el hogar, las dificultades económicas como resultado de las pérdidas de empleos y la sobrecarga de trabajo derivada del cuidado y atención familiar y el apoyo escolar que ha recaído en las mujeres, factores que se mantendrán por un período de tiempo.
Adicionalmente el papel de las instituciones gubernamentales, con sus medidas derivadas de la pandemia, también han dificultado la atención a las diferentes violencias que viven las niñas y las mujeres, que al no ser atendidas incrementan en frecuencia y letalidad, con el riesgo de llegar a la violencia feminicida.
Monitorear la violencia feminicida en Oaxaca, visibilizar regiones, perfil de las víctimas, lugar donde ocurre, entre otros datos relevantes, tiene el objetivo de señalar aquellos aspectos que requieren atención por parte de las autoridades.
La violencia feminicida se ha incrementado en el último sexenio
Lamentablemente la violencia feminicida se ha incrementado en los últimos sexenios, para ejemplificar la gravedad de lo que actualmente enfrentan las niñas y las mujeres oaxaqueñas, se puede mencionar que durante la administración de Gabino Cué se registraron 527 casos, la mayor cantidad registrada en los últimos sexenios, sin embargo en lo que va de la actual administración de Alejandro Murat con 495 casos, si no se da un cambio contundente en la política de prevención, atención y sanción, se perfila como el más violento para las niñas y mujeres de Oaxaca.
Causa una profunda preocupación que miles de hogares han sufrido la pérdida de una madre, una hija o una hermana, familias enteras que enfrentan el dolor y la indignación, a lo que se suma la frustración por los elevados niveles de impunidad por la falta de justicia. Cada niña y mujer víctima de la violencia feminicida, es una herida social, porque afecta a su entorno inmediato y a la sociedad en su conjunto.
La Alerta por violencia de género: 280 mujeres y niñas asesinadas de manera violenta
Estrategias como la Declaración de Alerta por Violencia de Género no ha impactado en los elevados niveles de violencia feminicida, pues desde el 30 de agosto de 2018, a finalizar el 2020, 280 mujeres y niñas fueron asesinadas de manera violenta, lo que significa que aún y cuando se hizo un llamado al gobierno estatal, de implementar acciones inmediatas para detener los altos niveles de violencia feminicida, no hay resultados que garanticen la libertad, la integridad y la vida de las oaxaqueñas.
La Secretaría de Gobernación emitió la declaratoria de alerta por violencia de género en 40 municipios de Oaxaca, considerando que se focalizaron situaciones de alto riesgo, sin embargo del 2018 a la fecha se han identificado cambios en cuanto a la proporción de asesinatos violentos de niñas y mujeres. En el 2019 la proporción fue de 65% en municipios con alerta por violencia de género y 35% en municipios sin alerta. Al concluir el 2020, la situación es de 51% en municipios con AVG y 49% en municipios sin alerta, lo que es preocupante debido a que en municipios que no se consideraron de alto riesgo la violencia feminicida ha cobrado la mitad de las víctimas del 2020.
Por poner un ejemplo, de acuerdo al monitoreo de violencia feminicida del GESMujer, en el presente año en Valles Centrales han sido asesinadas de manera violenta 25 mujeres y niñas, de las cuales 7 han ocurrido en municipios con alerta por violencia de género, 18 en municipios sin alerta y de éstos municipios Xoxocotlán concentra la mayor cantidad de mujeres asesinadas sumando 4 casos, lo que requiere un análisis institucional para comprender el contexto en que se está dando la violencia feminicida.
El 46% de la violencia feminicida se concentra en las regiones de Valles Centrales e Istmo
Las regiones de Valles Centrales y el Istmo con 23% cada una, representan el 46%, es decir casi la mitad de todos los asesinatos violentos de mujeres y niñas ocurridos durante este año han sido en estas dos regiones.
Ante esta situación es necesario conocer la actuación de las instancias presentes en las regiones. Por citar un ejemplo ¿existe una evaluación de resultados de los Centros de Justicia para las Mujeres en Oaxaca y Juchitán?, ¿cuentan con personal especializado?, ¿identifican claramente los casos de nivel de riesgo feminicida?, ¿qué alternativas ponen en práctica para salvaguardar la vida de las mujeres en riesgo feminicida?
La violencia que enfrentan las niñas y las mujeres es un problema estructural, la COVID-19 visibilizó el riesgo de su incremento de ahí la importancia de proveer servicios de emergencia coordinados, con personal sensibilizado, capacitado para realizar intervenciones desde una perspectiva de género, de manera oportuna y eficiente. Lamentablemente la violencia feminicida se ha mantenido durante la pandemia ¿alguna de las mujeres que han sido asesinadas de manera violenta, habría acudido a buscar apoyo a alguna institución?,¿alguna solicitaría una certificación de lesiones o una orden de protección?
Niñas y mujeres víctimas de violencia feminicida
El feminicidio infantil, niñas y adolescentes menores de 18 años, representó el 14% de las víctimas de violencia feminicida; el 38% eran mujeres de 19 a 44 años; el 17% correspondió a mujeres de 45 años y hasta mayores de 60. Lamentablemente, la violencia que enfrentan las niñas y las mujeres no respeta edad, pueden ser desde el nacimiento hasta la vejez.
Causa una profunda preocupación, el que de la totalidad de asesinatos violentos de mujeres y niñas ocurridos en el año, el 26% hayan sido en el hogar, lo que desafortunadamente confirma que los niveles de violencia en la casa se siguen incrementando en frecuencia y letalidad; El 2020 fue un año en el que el 25% de los cuerpos de las mujeres y niñas víctimas de feminicidio, en un acto de total deshumanización, fueron abandonados en lotes baldíos, barrancos, poblados solitarios, caminos de terracería, en el basurero, en fosas clandestinas, noria o a la orilla de presas.
Estos actos de misoginia, que se expresan a través del rechazo, odio y aversión hacia las mujeres por su propia condición de ser mujer, reflejan un grave problema social presente no solo en las relaciones inequitativas e injustas, donde los hombres abusan de su poder, sino que también están presentes en las instituciones encargadas de prevenir, atender y sancionar la violencia por razón de género, pues las omisiones son tan graves, como los propios hechos que arrebataron la vida a las niñas y mujeres oaxaqueñas.
Finalmente, dos temas que urge también dar la máxima atención: primero, la carencia de mecanismos de búsqueda inmediata de todos los casos de desaparición de niñas y mujeres y la segunda que el 67% de la totalidad de muertes violentas ocurridas en el año, han sido por impacto de balas, lo que demuestra que la falta de control de armas de fuego, es un riesgo agravado para la vida de las niñas y mujeres en Oaxaca.
Prevención de la violencia feminicida
111 niñas y mujeres han sido asesinadas de manera violenta durante el 2020, 24 de ellas sólo durante los meses de noviembre y diciembre, sin embargo, otro criterio que agrava la problemática es el incremento de reportes de niñas y mujeres desaparecidas, pues en el mes de octubre se registraron 20 casos, lo que las coloca en un alto riesgo de sufrir violencias, explotación laboral, sexual e incluso de violencia feminicida.
Como integrantes de la sociedad civil, las organizaciones feministas compartimos los aprendizajes, generamos propuestas y nos sumamos a las exigencias de justicia de las víctimas de violencia familiar, sexual y de género, así como de las familias de las mujeres y niñas víctimas de violencia feminicida.
En el Gesmujer por la experiencia generada en la atención de mujeres y niñas en situación de violencia, demandamos acciones contundentes para prevenir la violencia feminicida, pues invertir en la prevención es una obligación de Estado, ya que todas las mujeres tenemos derecho a vivir libres de todas las formas de violencia.
Por lo anterior, demandamos con urgencia que las instituciones encargadas de la prevención, atención y sanción a la violencia de género lleven a cabo las gestiones necesarias y asignen los recursos humanos, materiales y financieros a fin de:
– Realizar un análisis del contexto comunitario de los factores de riesgo: llamadas de emergencia al 911, mapeo de denuncias de violencia familiar, violencia sexual, reportes de desaparición de mujeres, identificación de casos de violencia feminicida, así como violencia comunitaria e incidencia delictiva, a fin de definir acciones estratégicas de alto impacto.
– Llevar a cabo un análisis del contexto comunitario de los factores de protección: instancias de las mujeres, asociaciones y colectivas de mujeres, redes de apoyo, personal sensibilizado y capacitado en prevención y atención de la violencia de género de los sectores de educación, salud y justicia, con la finalidad de realizar acciones coordinadas.
– Implementar campañas de difusión para desnaturalizar las violencias hacia niñas y mujeres, que motiven a familias, vecinas/vecinos, redes de apoyo comunitarias para reconocer las violencias y con capacidad de solicitar auxilio para las víctimas de violencias de género.
– Fortalecer a las unidades de acción inmediata que estén capacitadas con perspectiva de género para atender las llamadas de emergencia y realizar un monitoreo permanente del nivel de efectividad.
– Brindar servicios especializados legales, psicológicos, con peritajes profesionales y de apoyo social a través de un protocolo de atención, sin re-victimizar a las mujeres y las niñas.
– Identificar los niveles de riesgo de las víctimas, estableciendo mecanismos de protección cuando haya un riesgo para la libertad, la integridad y la vida de niñas y mujeres.
– Monitorear los casos de denuncia de violencia familiar, violencia sexual, dar seguimiento de manera integral para proteger a las víctimas y evaluar la capacidad de respuesta de quienes intervienen, reconociendo las buenas prácticas y sancionando las omisiones y negligencias.
– Atender de manera inmediata, bajo un protocolo especializado con perspectiva de género las denuncias de desaparición de niñas y mujeres, coordinando acciones con la población, para recuperar el sentido comunitario de protección colectiva.
– A nivel de los municipios de la misma manera se requiere un diagnóstico comunitario de factores de riesgo y factores de protección a nivel de agencias municipales, utilizar mecanismos locales de atención, sanción y reparación de daño y en los casos de nivel de riesgo medio y alto, coordinar acciones con los sistemas de procuración de justicia y facilitar recursos humanos y económicos para dar seguimiento a los casos de violencia familiar y sexual.
Como GESMujer nos sumamos a las voces que exigen un alto a la violencia feminicida. ¡Ni una más!