Los teléfonos inteligentes fueron alguna vez lo mejor que le pudo pasar a la industria de la tecnología —y, al parecer, también lo fueron durante un rato para nosotros—. En los once años que han pasado desde que debutó el iPhone, los teléfonos inteligentes han englobado casi cualquier otro dispositivo y han alterado cada negocio, desde las noticias hasta las ventas minoristas, los taxis, la televisión, y terminaron por cambiar todo acerca de cómo entendemos los medios, la política y la realidad misma.
Pero ahora que los teléfonos inteligentes han alcanzado el dominio, la revolución de nuevo está en el aire.
Las ventas globales de los teléfonos inteligentes se están estancando por una razón muy obvia: casi cualquiera que puede comprarlos ya tiene uno, y cada vez hay más preguntas acerca de si estamos usando nuestros celulares demasiado y de manera muy irracional. En las recientes conferencias de desarrolladores de Google y Apple, los ejecutivos subieron al escenario para mostrar cuan irresistibles estaban haciendo nuestros celulares. Entonces cada empresa develó algo distinto: programas para ayudarte a usar tu teléfono mucho menos.
Hay un motivo por el que las empresas tecnológicas están sintiendo la tensión entre mejorar los móviles y preocuparse de que ya sean demasiado adictivos. Hemos llegado a lo que llamo el “máximo de pantalla”.
Un viaje fantástico, lluvioso y algo solitario por Chile
Durante gran parte de la última década, una industria tecnológica gobernada por los celulares ha ido tras la meta particular de conquistar por completo nuestra vista. Nos ha dado teléfonos con pantallas cada vez más grandes y móviles con cámaras increíbles, sin mencionar los visores de realidad virtual y varias versiones de anteojos con cámara.
La tecnología ahora ha captado básicamente toda la capacidad visual. Los estadounidenses pasan entre tres y cuatro horas al día viendo sus celulares y casi once horas al día viendo pantallas de cualquier tipo.
Así que los gigantes de la tecnología están creando el comienzo de algo nuevo: un mundo tecnológico menos insistentemente visual, un paisaje digital que dependa de asistentes de voz, auriculares, relojes y otras tecnologías que se puedan portar para quitarle algo de presión a los ojos.
Esto podría ser una pesadilla; quizá simplemente agreguemos estos nuevos dispositivos a nuestras vidas aturdidas por las pantallas. Pero, según el desarrollo de estas tecnologías, un ecosistema digital que exija menos de nuestros ojos podría ser mejor para todos: menos envolvente, menos adictivo, más apto para las multitareas, menos socialmente incómodo y quizá incluso un bálsamo para nuestra política y nuestras relaciones sociales.
¿Quién nos traerá este futuro? Amazon y Google claramente son grandes agentes, pero no ignoremos a la empresa que nos trajo al “máximo de pantalla” primero. Con mejoras al Apple Watch y los audífonos AirPods, Apple está creando poco a poco y casi en silencio una alternativa a sus celulares.
Si funciona, podría cambiarlo todo de nuevo. Como argumento más adelante, hay muchas maneras en que las pantallas se han vuelto demasiado dominantes en nuestras vidas. Cuanto más rápido encontremos algo distinto, mejor.
En la conferencia de desarrolladores de Apple, la compañía presentó Screen Time, una función para ayudar a los usuarios de iPhone a administrar el tiempo que pasan con sus dispositivos. Credit Jason Henry para The New York Times
Las pantallas son insaciables. A nivel cognitivo, son vampiros voraces de tu atención y en cuanto ves una prácticamente estás perdido.
Hay estudios que lo demuestran. Uno, de un equipo dirigido por Adrian Ward, un profesor de Mercadotecnia en la facultad de negocios de la Universidad de Texas, halló que la simple presencia de un teléfono inteligente al alcance de la vista puede reducir significativamente tu capacidad cognitiva. Tu celular es tan irresistible que, cuando lo ves, no puedes evitar gastar mucha energía mental valiosa intentando no verlo.
Cuando te rindes, pierdes la razón.
“No solo te quedas atrapado en lo que llamó tu atención —tu mensaje de texto o tuit o lo que sea”, dijo Carolina Milanesi, una analista en la firma de investigación tecnológica Creative Strategies. En cambio, desbloqueas tu celular y, de inmediato, casi inconscientemente, desciendes a los esplendores irresistibles del mundo digital… para emerger treinta minutos después, estupefacto y mareado.
“Abres una caja irresistible y no puedes evitarlo”, comentó.
Las empresas tecnológicas entienden este poder, desde luego; nuestra incapacidad de resistirnos a las pantallas explica por qué las pantallas de los celulares están haciéndose más grandes.
Apple alguna vez argumentó que aumentar el tamaño de la pantalla del iPhone haría que el celular resultara demasiado incómodo en las manos. “Nadie lo comprará”, predijo Steve Jobs acerca de los celulares con grandes pantallas en 2010.
Estaba equivocado. Los rivales, encabezados por Samsung, descubrieron que los celulares con pantallas grandes se vendían muy bien: los ojos vencieron a las manos. Apple terminó por unirse a la tendencia y fabricó iPhones con pantallas más grandes y aún más grandes. Los iPhones con las pantallas más grandes ahora conforman la mitad de las ventas de Apple y la mayoría de sus ganancias.
Lego presentó un set de realidad aumentada en la conferencia de desarrolladores de Apple. Credit Jason Henry para The New York Times
Sin embargo, las pantallas ahora se han convertido en una muleta para los tecnólogos, una manera perezosa y generalizada de añadir experiencias digitales a cada producto.
Lo hemos visto en los autos durante años. Al colocar controles internos en las pantallas táctiles en vez de perillas e interruptores, los fabricantes de autos han hecho que sea más peligroso y molesto interactuar con los vehículos. El Tesla Model 3, el auto más esperado del planeta, lleva esto a un nivel absurdo. Varios reseñadores han lamentado que casi cada uno de los controles del auto —entre ellos los ajustes para los espejos laterales— requiere acceder a una pantalla.
O consideremos la realidad aumentada, la tecnología que te permite ver imágenes digitales impuestas en el mundo real. En algunos usos específicos —convertir tu rostro en el de un perro en Snapchat— eso puede ser divertido. Pero muy a menudo, la realidad aumentada resulta artificiosa. En vez de mezclar lo digital y lo real, simplemente usurpa el mundo a tu alrededor con una pantalla.
En la conferencia de desarrolladores de Apple de junio, Martin Sanders, un ejecutivo de Lego, mostró un nuevo conjunto de realidad aumentada de Lego. Cuando dirigió su iPad hacia una estructura de Lego, su pantalla se llenó con fuegos artificiales digitales, superhéroes, autos deportivos —toda una ciudad bulliciosa de Lego que no tuvo que construir con sus manos ni imaginar en su mente—.
“¡Hay tanto que hacer con esto!”, exclamó Sanders mientras él y un asistente se quedaron totalmente quietos, mirando Legos animados a través de un pedazo de cristal digital. Fue extraño. El chiste de Lego es la interacción física, pero gracias a la realidad aumentada, convirtió a Lego en un videojuego más.
El glorioso futuro de las pantallas pequeñas
Hay dos maneras en que podríamos acabar con nuestra febril adicción a las pantallas.
Primero, tendremos que intentar usar nuestros celulares con más conciencia, lo cual requiere una combinación de fuerza de voluntad y tecnología.
La ayuda está en camino. He estado usando Screen Time durante una semana, una de las nuevas funciones en la siguiente versión del sistema operativo móvil de Apple. El software te da información valiosa acerca de cuánto estás usando tu teléfono e incluso puede evitar que uses aplicaciones que te parezcan poco saludables. Me pareció que Screen Time estaba bien diseñado y sospecho que cambiará profundamente la manera en que usamos nuestros móviles.
Pero además de ayudarnos a resistirnos a los celulares, la industria tecnológica tendrá que idear otras maneras menos envolventes de interactuar con el mundo digital. Tres tecnologías podrían ser útiles: los asistentes de voz (los mejores son Alexa de Amazon y Google Assistant) y las dos innovaciones de Apple: AirPods y el Apple Watch.
Todas estas tecnologías comparten una idea en común: sin grandes pantallas, son mucho menos envolventes que un móvil, lo cual permite realizar actividades digitales rápidamente: puedes comprar el boleto de una película, añadir una tarea a una lista de quehaceres, ver un mensaje de texto o preguntar acerca del clima sin acercarte a la Irresistible Pantalla Esplendorosa.
Todos son proyectos en desarrollo. Los asistentes de voz aún no pueden hacerlo todo por ti, aunque Google y Amazon tienen a miles de ingenieros que trabajan para mejorarlos. Los AirPods son fantásticos —tienen menos problemas de conexión que cualquier otro par de audífonos inalámbricos— y, después de años de perfeccionamiento, el Apple Watch te muestra suficiente contenido de tu celular para que sea útil sin volverse invasor.
Si Apple pudiera mejorar a Siri, su propio asistente de voz, el Watch y los AirPods podrían combinarse para crear algo nuevo: una computadora móvil que no esté conectada a una enorme pantalla, que te permita realizar actividades sobre la marcha sin el peligro de captar toda tu atención. Imagina que en vez de teclear sin descanso en las aplicaciones, pudieras simplemente decirles a tus AirPods: “Hazme una reservación para cenar a las siete” o “Revisa el calendario de mi esposa para ver si podemos salir por la noche esta semana”.
Apple rechazó hacer comentarios acerca de sus planes. Sin embargo, hay suficientes reportes que sugieren que Apple no ignora ese tipo de futuro. Tiene planes para mejorar los AirPods, de acuerdo con Bloomberg, y me ha impresionado la constancia con que la empresa sigue añadiendo funciones al Apple Watch, entre ellas la habilidad de usarlo lejos del celular, en su modelo más reciente.
Apple jamás ha temido cambiar sus mejores inventos. Al reinventar las pantallas, podría tener la oportunidad de hacerlo de nuevo.
The New York Times