Carina García
En la mesa los amigos, directivos de medios de comunicación, trabajadores administrativos, de todo, pero pocos periodistas. Arremolinados en mesas y sillas de alquiler ahí estaban quienes fueron y no convocados al desayuno del Día de la Libertad de Expresión.
Las manecillas del reloj envejecieron, caminaban lentamente y la paciencia se agotaba. 8:45 am la fila para el acceso a Palacio de Gobierno era moderada, al interior muchos esperando ya. 10:30 am Alejandro Murat energía entre las puertas del recinto.
Antes, los pasos apresurados rechinaban en el piso, más de tres, más de seis abandonaron el lugar, ante el desaire e impuntualidad del «cachorro».
Austero, así fue el desayuno. Entomatadas en los platos adornados con tasajo y copas de agua de jamaica, un insípido café americano. Un discurso que no levantó, no asombró ni cimbró entre decenas de asistentes, entre ellos pocos periodistas.
Apapachos al gober, fotos por donde quiera, besos arrebatados de algunas reporteras, quienes daban el espaldarazo y con la pluma la puñalada.
Citar a Benito Juárez, fue el mayor logro de Murat. De iniciativas a favor del sector nada; convenios olvidados, tratos discriminatorios y derroche de recursos ha sido su estigma.
De los 601 millones de pesos presuntamente derrochados en su imagen nada dijo, de los favoritismos entre corresponsales y no, tampoco; de los de la lista de 10 y cinco mil pesos mensuales quedó callado, porque nadie preguntó, todos querían quedar bien.
En medio de un gremio con pocas posibilidades de oportunidades laborales, aparecía el vocero, el ganador del Premio Nacional de Periodismo, aunque no exista prueba de ello, Alfonso Martínez.
Después de mediodía, la rifa arrancó, todos, entre ellos los no periodistas guardaban la esperanza de llevarse algo del paquete de austeros regalos, tabletas, bocinas y dos motos. Además suplicaban la foto con Murat para justificar así su llegada la escena de los medios de comunicación.
Los reporteros y reporteras, quienes en el campo son aguerridos y aguerridas dejaron esos trajes para ser sumisos y esperar apoyos para aminorar la crisis en la que se encuentra hoy en día el periodismo.