En plena crisis por el coronavirus la gente se está lavando las manos más que nunca. Las autoridades sanitarias destacan que una buena higiene, junto al distanciamiento de personas que presentan síntomas, es uno de los escudos más efectivos para evitar contagiarse con el Covid-19. Hoy en día parece obvio que tener las manos limpias protege de infectarse de alguna enfermedad o de infectar a otra persona si la tocamos, pero fue el médico húngaro Ignaz Semmelweis el primero en deducir esto a mediados del siglo XIX.
Para ensalzar la figura de este sanitario, el gigante Google le ha dedicado su portada de hoy con un doodle interactivo que recuerda cómo hay que lavarse las manos correctamente. Nunca está de más remarcar que no basta con ponerlas bajo el grifo. Hay que seguir todos los pasos que la OMS ha explicado y se detallan en el infográfico que aquí abajo os añadimos.
Volviendo a la figura de Ignaz Semmelweis, su nombre puede que no resulte familiar a la amplia mayoría de la sociedad, pero figura en los libros de historia como el creador de la asepsia. Nació en Buda (ahora Budapest) en 1818 y tras finalizar sus estudios en medicina se especializó en los partos. Ejerció en el Hospital General de Viena y consiguió frenar una infección misteriosa y poco conocida a la que denominaron “fiebre infantil”. Por culpa de esto estaban subiendo las tasas de mortalidad de madres primerizas en las salas de maternidad de toda Europa.
Gracias a una investigación exhaustiva, este médico húngaro dedujo que sus compañeros estaban transmitiendo la infección a las madres tras tratarlas después de atender a personas con la enfermedad, ya sea en operaciones o autopsias a cadáveres infectados. En cuanto se percató de ello dio la orden de incrementar la higiene antes y después de tratar a cada paciente.
Tal día como hoy, 20 de marzo, pero de 1847 el doctor Ignaz Semmelweis fue nombrado Jefe de Residentes de la clínica de maternidad porque gracias a su hallazgo redujo enormemente la transmisión de la enfermedad. Su recomendación fue vista con recelo por doctores de otros hospitales, pero el tiempo le acabó dando la razón.
Fuente: La Vanguardia