Destrucción y luto en Juchitán
El miedo a las réplicas del sismo magnitud 8.2 registrado el jueves y los funerales por los decesos reportados derivó en una noche de rezos en la región del Istmo.
Cientos de damnificados de Salina Cruz y de Tehuantepec ocuparon los camellones de la carretera federal y las inmediaciones de las plazas comerciales para medio dormir.
Claudia Lizette, de la Colonia Deportiva, en Salina Cruz, salió de su demarcación por miedo a una explosión en la refinería, el arribo de un tsunami u otro sismo.
«Mi madre tiene los nervios muy altos, no quiere regresar por miedo, y luego en las redes sociales están alertado que habrá más temblores y tsunamis, esto es la psicosis, la gente tiene miedo», lamentó.
La crisis nerviosa de su madre Guadalupe llevó a la afectada a pernoctar en Tehuantepec, afuera de una caseta de la Policía Municipal.
En ese Municipio se reportaron tres decesos, uno de ellos de Enrique Perea, quien falleció aplastado por el techo de su casa, que colapsó por el sismo.
Su hermano Arturo lamentó la muerte de su familiar, que fue velado a las afueras del domicilio afectado.
«Esto fue terrible, no pudo hacer nada, mi hermano quiso esconderse bajo un marco pero, no, no se salvó», dijo.
El Palacio Municipal, su museo y más de 300 viviendas resultados con daños en sus estructuras.
«Tendrán que demolerse, y quién nos va a apoyar, no están volteando para Tehuantepec», cuestionó don Marcos, de 65 años, un vecino de la zona céntrica de la localidad.
La actividad comercial no se ha normalizado en esta zona sur del Estado debido a la falta de energía eléctrica y de agua potable.
Las réplicas continúan registrándose en el Istmo de Tehuantepec, lo que mantiene la zozobra de los habitantes.