Cinco años de estudios técnicos han terminado en fracaso parcial. Una pieza de ingeniería llamada ‘K invertida’ se ha convertido esta semana en la extraña protagonista de la actualidad mexicana. Un fallo en esta tubería en la tarde del domingo provocó el retraso de las obras de reparación del sistema que abastece de agua a Ciudad de México, ampliando el corte de suministro a casi una semana, un récord histórico. Todavía no se sabe qué causó el fallo, pero con este incidente se viene abajo uno de los dos objetivos de los trabajos: la interconexión entre la antigua línea de alta presión que llevaba agua a la capital con la nueva que se acaba de construir.
El fallo se produce después de años de preparación. Los trabajos, en los que fueron invertidos 500 millones de pesos (unos 25 millones de dólares al cambio de hoy), buscaban añadir una segunda tubería para canalizar el agua hacia la capital, donde viven cerca de nueve millones de personas. Las obras fueron planeadas desde el final del sexenio del presidente Felipe Calderón (2006-2012). El mismo Roberto Ramírez, director general de la Comisión Nacional del Agua (CONAGUA), la responsable de supervisar la reparación, subrayó el lunes, en una conferencia de prensa, el tiempo que llevaban preparando el cambio: “Se programa con mucho tiempo de anticipación. Para que tengan una idea: los tubos están listos desde hace aproximadamente un año.”
Entre estos “tubos” está la famosa ‘K invertida’, una pieza de 180 toneladas y tres metros de diámetro que iba a asegurar la interconexión entre ambas líneas. Su principal función era canalizar agua a una presión similar a la obtenida si se virtiera el líquido a 180 metros de altura, parecido a un edificio de 60 pisos. El palo largo de la K formaba parte de una de las dos líneas de alta presión, mientras los cortos se unían a la segunda. Una especie de lazo que iba a permitir que los motores de bombeo asignados a cada línea pudieran impulsar el agua a través de cualquiera de las dos tuberías. De esta manera, el suministro se mantendría al mismo nivel aunque se tuvieran que hacer trabajos de mantenimiento en una de ellas.
La preparación no ha dado los frutos esperados. Cuando la pieza ya estaba colocada y se había empezado a bombear agua hacia la capital después de más de tres días de corte, la ‘K invertida’ se desplazó cuatro centímetros debido a la presión del flujo. Esto fue suficiente para que CONAGUA detuviera las máquinas y, tras unos momentos de duda sobre si intentar arreglarla o no, decidiera retirar la pieza. Las razones de este desplazamiento inesperado en una obra que se lleva tanto tiempo planeando todavía no se han esclarecido. La prioridad es, según Ramírez, restablecer el abastecimiento a la capital a través de las dos líneas de alta presión, a partir de la tarde de este martes; los análisis técnicos vendrán después, aunque todavía no hay fecha.
En cualquier caso, las opciones que se barajan para explicar el fallo son dos: un error en el diseño o en el montaje. Para el ingeniero hidráulico Humberto Marengo, expresidente de la Academia de Ingeniería, se trató de una “maniobra mal planeada y peor ejecutada”. La empresa canadiense-mexicana CISI, una de las dos compañías contratadas por CONAGUA para llevar a cabo la instalación, ha rechazado dar explicaciones. “Todavía se tienen que hacer los estudios y no tenemos autorización”, ha dicho una portavoz de la compañía. Tampoco se ha hecho público quién fabricó la pieza ni cuál es su coste, aunque una fuente conocedora de la obra asegura que podría rondar los 15 millones de dólares, es decir, más de la mitad del presupuesto total.
Pese al imprevisto, Ramírez intentó minimizar el fallo: “Nuestro objetivo era tener redundancia a través de la línea dos y eso ya lo hicimos.” Pero eso es ver el vaso medio lleno. El ex director general de la CONAGUA durante el Gobierno de Felipe Calderón, José Luis Luege, califica de “muy grave” el contratiempo y apunta a las ventajas que ofrecía la interconexión: “La redundancia verdadera habría sido poder utilizar todos los equipos de bombeo en cualquiera de las dos líneas”.
El futuro de la ‘K invertida’ todavía está en el aire. La decisión dependerá del nuevo gobierno que toma posesión el 1 de diciembre. Se podría arreglar la pieza, diseñar una nueva o, directamente, renunciar a hacer la interconexión. El lunes el director general de CONAGUA pareció decantarse por alguna de las dos últimas vías: “Hay que hacer el análisis correspondiente, pero me parece que la pieza va a quedar inhabilitada”, aseguró Ramírez.
Marengo opina que la pieza aún podría salvarse si se añaden dos nuevas válvulas para facilitar la soldadura entre la K invertida y las líneas de alta presión, algo de lo que carecía la pieza y que el ingeniero atribuye a un error de diseño. Pero si se opta por rediseñar o arreglar la tubería, se tendría que hacer un nuevo corte de suministro, algo que las autoridades de la capital no ven con buenos ojos.
La interconexión es un “lujo”, en palabras del director general del Sistema de Aguas de Ciudad de México, Ramón Aguirre, cuando cerca de cuatro millones de ciudadanos llevan casi una semana sin agua. “A estas alturas, ya no estamos para estos lujos porque la ciudad está empezando a tener problemas de abastecimiento”, ha dicho este martes en una entrevista con la periodista Carmen Aristegui. Está previsto que el suministro empiece a llegar el miércoles a ciertas alcaldías del oeste de la capital, pero el servicio no se normalizará hasta el fin de semana. Entretanto, la gigantesca pieza sigue en el mismo lugar, a la espera de que se decida su destino.
El País