La imagen de estos dos jóvenes hondureños, integrantes de la caravana de migrantes que recorre Centroamérica soñando con alcanzar Estados Unidos, se ha convertido en una suerte de símbolo
Israel y Estelle son la prueba irrefutable de que, incluso en las peores circunstancias, uno puede encontrar tiempo para quererse. La imagen de estos dos jóvenes hondureños, integrantes de la caravana de migrantes que recorre Centroamérica soñando con alcanzar Estados Unidos, se ha convertido en una suerte de símbolo; en una oda a la vida cuando golpean el dolor, el miedo y la miseria.
Quizá sea porque son jóvenes, o porque estar enamorado nos hace invulnerables, el caso es que Israel y Estelle han conseguido borrar durante unas horas las imágenes de madres desesperadas caminando bajo el sol agarradas a sus hijos, pies envueltos en llagas y rostros agotados, que desde hace semanas ilustran las informaciones sobre ese éxodo improvisado.
Los amantes han refrescado sus sueños en el Río Novillero, en San Pedro Tapanatepec, uno de los 570 municipios en que se subdivide el estado mexicano de Oaxaca, por el que la caravana de migrantes ha pasado hace solo unos días. Aún queda mucho para llegar a la tierra prometida.
REUTERS