La Jornada.
Oaxaca. Estados Unidos y China aplicaron gravámenes recíprocos a partir del primer minuto de este viernes sobre importaciones por un valor de 34 mil millones de dólares, un enfrentamiento de las dos mayores economías que preocupa por el alcance de sus consecuencias en la economía mundial.
Pekín acusó a Washington de desencadenar la mayor guerra comercial de la historia económica y presentó una queja formal ante la Organización Mundial de Comercio (OMC).
El presidente estadunidense, Donald Trump, echó leña al fuego al advertir que Estados Unidos podría imponer aranceles sobre bienes chinos por hasta 500 mil millones de dólares o casi la totalidad de las importaciones estadunidenses desde China el año pasado.
Por su parte, Rusia impuso aranceles de 25 a 40 por ciento a la importación de productos estadounidenses, en respuesta a los gravámenes al acero y aluminio.
La decisión estadunidense abrió un conflicto de consecuencias imprevisibles.
Washington aplicó aranceles de 25 por ciento a unos 818 productos de China, su mayor socio comercial en sectores como aeroespacio, tecnología informática y autopartes, en un primer paquete de una serie de posibles incrementos que podrían llegar hasta 550 mil millones de dólares, más de los 506 mil millones de dólares que China exportó a Estados Unidos en 2017.
Un segundo lote de aranceles a productos por 16 mil millones y objeto de examen por el representante del Comercio, Robert Lighthizer, entrará en vigor próximamente, indicó Trump, que habló de un plazo de dos semanas.
En total, serán 50 mil millones de dólares de importaciones chinas anuales las que se verán afectadas por esas medidas, destinadas a compensar lo que Trump considera robo de propiedad intelectual y de tecnologías por parte de China.
Pero Washington podría ir más lejos. Trump pidió a Lighthizer que identifique 200 mil millones de dólares de bienes chinos con vistas a aranceles suplementarios de 10 por ciento. Después, 300 mil millones más si Pekín no cede a las demandas de Washington.
Washington acusa a China de haberse apropiado de patentes de tecnología ya sea por medio de obligaciones a las empresas estadunidenses para operar en el mercado chino o simplemente mediante el robo.
El año pasado, el déficit comercial de Estados Unidos con China alcanzó 372 mil 200 millones de dólares, una cifra que desata la ira de Trump.
El gobierno de Pekín se ha visto obligado a contratacar para defender los intereses fundamentales del país y de su población, dijo el portavoz del Ministerio de Comercio chino, quien agregó: Estados Unidos ha iniciado “la mayor guerra de la historia comercial.
“Estos aranceles impuestos por Estados Unidos violan las reglas de la OMC, representan una típica ‘intimidación comercial’, y amenazan gravemente la seguridad de la cadena industrial y de valor global”, dijo el Ministerio de Comercio en un comunicado. En lugar de beneficiar los intereses de las empresas y del pueblo estadunidenses, este acto demostrará ser contraproducente y dañino, agregó.
Las tasas chinas afectan a productos agrarios como soya, pescado, carne de cerdo y de ternera, productos lácteos, pistaches y whisky Jack Daniel’s. China apunta así al electorado de Trump en áreas rurales. Asimismo, se aumentarán los aranceles a los automóviles. La República Popular China informará ahora a la OMC sobre la situación, dijo el portavoz chino.
Por su parte, el primer ministro chino, Li Keqiang, advirtió que si un país quiere aumentar los aranceles, China responderá para defenderse. Una guerra comercial no beneficia a nadie, porque perjudica al comercio libre y al proceso multilateral.
La entrada en vigor de estos aranceles marca el fracaso de meses de negociaciones entre las dos mayores economías del mundo y de voces de la industria que alertan sobre las consecuencias negativas para Estados Unidos.
Empresas estadunidenses han protestado porque sus costos se encarecerán y sus exportaciones serán menos competitivas. La administración está amenazando con socavar el progreso económico que se logró con tantas dificultades, señaló Thomas J. Donohue, presidente y director general de la Cámara de Comercio de Estados Unidos, en un comunicado.
Caras represalias
El mayor órgano de cabildeo corporativo admitió esta semana que represalias de China, Canadá, México y la Unión Europea (UE), entre otros países socios a los que Washington ha impuesto gravámenes a la importación de acero y aluminio, ya afectan a 75 mil millones de dólares de exportación del país.
Algunos republicanos reprocharon las acciones de Trump. Los aranceles no sólo dañan a nuestros agricultores, hacendados y fabricantes de aviones, sino también a cada consumidor estadunidense. Deberíamos estar trabajando con nuestros aliados para aislar a China, en vez de escalar una guerra comercial, comentó el senador Jerry Moran, de Kansas, con gran peso agrícola.
A pocas horas de entrar en vigor los aranceles estadunidenses, la Reserva Federal (el banco central estadunidense) alertó que una inminente guerra comercial es una nube negra en un cielo azul para la economía local. Para la Fed, las incertidumbres generadas por los aranceles y políticas comerciales restrictivas pueden socavar las inversiones y la confianza de las empresas.
La comisionada de Comercio de la UE, Cecilia Malmström, aseguró que la escalada de los aranceles entre Estados Unidos y China es preocupante y daña claramente a la economía mundial.
Esta continua escalada representa una seria amenaza para el crecimiento y la recuperación en todos los países, y estamos empezando a ver esto reflejado en algunos indicadores futuros, declaró el director general de la OMC, Roberto Azevedo, en un comunicado.
En tanto, el dólar se debilitó tras la aplicación de aranceles entre Washington y Pekín.
Alrededor de 59 por ciento de los productos sujetos a aranceles adicionales son fabricados por firmas extranjeras en China, de las cuales una parte considerabla, son empresas estadunidenses.
Aunque China aún tiene un superávit comercial con Estados Unidos, eso no significa que aquélla se beneficie mientras éste pierde. Los analistas calculan que alrededor de 40 por ciento del superávit comercial en realidad es generado por compañías estadunidenses en China. En 2017, las exportaciones de Estados Unidos a China crearon alrededor de un millón de empleos en el segundo.
Simultáneamente con el inicio de la guerra comercial, el departamento estadunidense de Comercio anunció ayer que en junio el déficit del país experimentó una caída de 6.6 por ciento para llegar a su nivel más bajo desde octubre de 2016.
Según esos datos, las exportaciones aumentaron en junio 1.9 por ciento para alcanzar 215 mil 300 millones, al tiempo que las importaciones aumentaron solamente 0.4 por ciento, por 258 mil 400 millones. Pero la tendencia de fondo se mantiene sin cambios, pues en los cinco primeros meses del año el déficit subió 7.9 por ciento frente al mismo periodo de 2017.