A tono con las advertencias empresariales previas a la consulta popular con la que el presidente electo sustentó su decisión de cancelar el NAIM en Texcoco, el presidente de la Coparmex, Gustavo de Hoyos, va más allá y se lanza contra López Obrador: dice que regresó al lenguaje polarizador, el cual le recuerda a Donald Trump; que perdió la confianza generada en las cúpulas de la IP cuando se reunió con ellas después de la elección; que Santa Lucía ni a proyecto llega y pone en riesgo la seguridad de la capital… y que este “error” marcará a AMLO como Ayotzinapa y la Casa Blanca a Enrique Peña Nieto.
CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- La estela pesimista que dejó la cancelación del Nuevo Aeropuerto Internacional de México (NAIM) en la cúpula empresarial mexicana llegó al punto de poner en duda el actuar de Andrés Manuel López Obrador como hombre de Estado, señala en entrevista el presidente de la Confederación Patronal de la República Mexicana (Coparmex), Gustavo de Hoyos Walther.
Puntualiza: “Así como el presidente ha prometido una cuarta transformación, esperamos una transformación en la figura de López Obrador. Ha actuado como político local que fue en su estado. Tuvo una transformación cuando estuvo al frente de la jefatura de la Ciudad de México. Su tercera transformación cuando fue dirigente partidario y candidato en la última elección. Y esperábamos ver su transformación a una mayor altura como jefe de Estado”.
Pero la realidad es otra, dice. “Nos preocupa ver a un presidente electo pareciéndose cada día más al presidente Trump. Tememos mucho que regresemos a ese discurso polarizante. Nos preocupa muchísimo y condenamos el hecho de que tenga un discurso donde descarte a los medios de comunicación, donde trate de polarizar a las personas que no piensen como él. Nuestro llamado es para que se conduzca desde ya como un jefe de Estado que pretende gobernar a todos los mexicanos”.
Históricamente el sector empresarial del país ha rechazado el discurso político de López Obrador, pero la contundente victoria del líder de Morena en la pasada elección presidencial abrió una ventana de diálogo para iniciar una nueva etapa en su relación.
De hecho, el 4 de julio pasado, López Obrador y el consejo nacional del Consejo Coordinador Empresarial (CCE) tuvieron su primera encerrona en un hotel de Polanco, de donde emanó la concordia, las sonrisas, la certidumbre y la confianza… pero no se habló del aeropuerto.
Recién electo, Obrador soltó esa tarde ante medios de comunicación:
“Si me piden que yo lo resuma en una palabra, diría que fue una reunión caracterizada por la confianza. Esa es la palabra que destacaría: confianza. Y nosotros vamos a saber corresponder a esa confianza depositada por millones de mexicanos y en este caso por empresarios.”
Pero en cuatro meses la confianza se perdió por el resultado de la consulta, que echó por la borda el proyecto del NAIM. La incertidumbre cundió en la iniciativa privada y los mercados financieros después de que el presidente electo anunció la cancelación de la obra en Texcoco.
Eso terminó por hundir al peso, ya afectado por otros acontecimientos, al desplomarse 8.68% durante octubre, mientras que el Índice de Precios y Cotizaciones de la Bolsa Mexicana de Valores tuvo un retroceso acumulado de 11.23% en el mismo mes ante el nerviosismo de los inversionistas.
El tipo de cambio se ubicó hasta 20.67 pesos por dólar en sucursales bancarias y al mayoreo en 20.34 unidades. “Es la mayor caída mensual del peso desde noviembre de 2016, cuando el mercado reaccionó al triunfo de Donald Trump en las elecciones presidenciales de Estados Unidos”, señaló el análisis del Banco Base.
Por su parte las calificadoras tuvieron contrastes ante la cancelación del aeropuerto. Fitch Ratings cambió su perspectiva de calificación de la deuda soberana de México de “estable” a “negativa”, pero mantuvo sin cambios su evaluación de “BBB+”. La firma con sede en Nueva York explicó que “la revisión de la perspectiva a negativa refleja el deterioro en el balance de los riesgos que enfrenta el perfil crediticio de México, asociados a un posible ambiente de incertidumbre y deterioro en las políticas bajo la próxima administración”.
En contraste, Moody’s Investors Service dejó sin modificación alguna la perspectiva y las notas crediticias del país, no obstante que resaltó la incertidumbre que deja la decisión del gobierno entrante en cuanto a los criterios para realizar obras de infraestructura.
De acuerdo con el CCE, la suspensión del NAIM significa un impacto de más 120 mil millones de pesos, de los cuales 40 mil corresponderían a multas y recargos por el incumplimiento de contratos, “además de la reputación internacional”, como señaló en el respectivo comunicado.
Al respecto, De Hoyos Walther advierte en la entrevista que “si esto se mantiene, representaría el más grande despilfarro de recursos públicos de la historia del país. No existe en la historia mexicana una decisión que por sí misma implique el abandono de una inversión pública de esas características. Este país no puede permitirse el lujo de dilapidar los recursos”.
De acuerdo con un estudio de THB México, que es un intermediario de coaseguro y tiene como negocio la gestión de riesgos en los mercados internacionales, el monto contratado hasta el momento en las obras del NAIM asciende a 153 mil 745 millones 91 mil 770 pesos, divididos en 455 procedimientos de contratación que han beneficiado a 366 proveedores.
La firma señala que la cancelación del proyecto generará pérdidas por más de 400 millones de pesos a los contratistas que participan en la obra, derivadas de la compra de seguros.
De la confianza al desencanto
El presidente de la Coparmex recuerda aquella reunión de la iniciativa privada con AMLO y reconoce que “tuvo gran valía por la decisión del entonces candidato triunfante de acudir a una reunión del CCE y dar con eso un paso de confianza y certidumbre”.
Revela: “En esa ocasión, cuando hice uso de la voz, aproveché para hacerle un llamado a esa transformación personal. Esperamos que se diera, está a tiempo de tenerla, tiene de aquí al primero de diciembre para empezar actuar como verdadero jefe de Estado, con altura de miras”.
Aclara que nunca hubo “luna de miel” con el tabasqueño y cavila sobre el “desencanto” de la figura presidencial: “¿Qué ha cambiado? Que los signos, las señales anticipan hechos, pero cuando las realidades llegan, si los hechos no corresponden a las señales hay un desencanto. En este caso el presidente ha anticipado una decisión y esa decisión es contraria a las buenas señales que había estado emitiendo”.
Y se suelta: “Lamentamos muchísimo que el presidente, que ya no es un candidato, abandone el lenguaje de moderación y que esté abriendo la puerta falsa de la polarización. Lamentamos también que para justificar sus decisiones esté recurriendo a mentiras, dogmas y sofismas”.
La Coparmex, integrada por 36 mil empresas, fue el primer organismo empresarial en pronunciarse en contra de los resultados de la consulta del aeropuerto y sus líderes se dijeron “engañados” porque dicho ejercicio “no fue apegado a la ley” y por la “baja representatividad”.
–López Obrador argumenta que echar para atrás la obra de Texcoco significa acabar con la corrupción y terminar con los privilegios ¿A qué se refiere con ese discurso? –se le plantea al presidente de la Coparmex.
–Nos parece que en el caso particular del NAIM, está construyendo fantasmas. Está recurriendo a mitos que nada tiene que ver con la realidad, pero le hemos hecho un reto.
“Si el presidente tiene información precisa, tiene documentos que le han hecho pensar que existen actos específicos de corrupción o si tiene evidencia de que se ha concedido un privilegio indebido a cualquier persona o a cualquier empresa, lo retamos para que no sea cómplice de un delito, que lo denuncie, que exhiba los documentos, que señale a las personas y como ciudadano que es recurra a las autoridades competentes para que denuncie esos delitos”.
Lo que no es admisible, remata, es que se hagan señalamientos ambiguos sin precisiones y no se actúe con firmeza.
“Me parece que quien ha recibido el voto de la mayoría de los mexicanos no le puede ocultar a la población si tiene evidencias de actos de corrupción. Su mandato debería empezar por transparentar la información con la que cuenta”, acota el también abogado por la Universidad Autónoma de Baja California.
Sobre la opción de Santa Lucía, en el Estado de México, De Hoyos Walther asegura que es prácticamente un esbozo: “El proyecto de Santa Lucía, somos muy generosos en llamarle proyecto, son si acaso unas ideas y unos dibujos. Está muy lejos de considerarse un proyecto en forma. Nosotros pensamos que es un absoluto error”.
Y plantea una serie de preguntas sobre la opción elegida en lugar de Texcoco: “¿Quién le preguntó a los pobladores, a los municipios adyacentes su opinión al respecto? ¿La democracia participativa es selectiva? ¿Quién analizó las consecuencias ambientales que tendrá sobre el lago, ese sí natural y que está ahí con patos de verdad, no imaginarios, y que van a verse afectados con el incremento de operaciones aéreas en caso de que esto se dé?
“Nos preocupa mucho la poca importancia que le da el presidente a la defensa, a la Fuerza Aérea. En todos los países del mundo, la zona aérea es la que custodia la capital, así existe en Francia, en Madrid, la base Edwards en Washington ¿Dónde va a quedar la defensa aérea? Esperemos que nunca se necesite, pero es fundamental la custodia aérea. Esa es Santa Lucía.
“Nosotros, que somos un país pacífico, nos tomamos muy en claro la defensa del país. Ese tema le debería preocupar al presidente electo. ¿Vamos a tener una base aérea, la que custodia los poderes públicos, de mentiras? ¿No es una preocupación primaria del jefe del Estado mexicano garantizar la soberanía del país?
“Esas preguntas deberían estar en el debate y me parece que se han minimizado. A nosotros nos preocupa la parte económica, pero también que el país no destruya sus instituciones que le dan certidumbre. ¿Fueron consultados los militares? ¿Si el alto mando de la Fuerza Aérea está de acuerdo con lo que implica el que ya no vayan a tener operaciones con los niveles de seguridad que esto requiere?”
Para De Hoyos “el paso al abismo” se está dando porque López Obrador iniciaría su sexenio con un error que lo marcaría como el caso “Casa Blanca” o “Ayotzinapa” a la administración de Enrique Peña Nieto.
“El hecho de iniciar el sexenio con lo que podemos llamar el error de Texcoco –expone–, es empezar mal una administración. Los primeros hechos marcan a los gobernantes. El presidente Peña Nieto, sus errores cuando estuvo con los jóvenes en la Iberoamericana. Sus claros errores en asuntos de la Casa Blanca. Su mal manejo en el caso Ayotzinapa han marcado su sexenio y que incluso han tenido como consecuencia que sus aciertos pasen inadvertidos.”
Y concluye: “El presidente electo está empezando con un gran error. Espero que por el bien del país y también por su legado tenga la capacidad de reconsiderar para que esta decisión no lo marque de por vida”.
Esta entrevista se publicó el 4 de noviembre de 2018 en la edición 2192 de la revista Proceso.
Proceso